domingo, 26 de diciembre de 2010

La escuela cusqueña o la resistencia pictórica / Odi Gonzales

Via Hawansuyu, nos enteramos de un trabajo del poeta del Valle Sagrado, Odi Gonzales.

"El wayki y poeta Odi Gonzales comparte con nosotros un articulo sobre La escuela cusqueña o la resistencia pictórica recientemente aparecido en la revita electronica Pterodactilo. Cabe destacar que este articulo nos permite apreciar aun mas el poemario La Escuela de Cusco de Odi, quien ademas nos da la noticia que hay por lo menos dos cuadros pintados por Guaman Poma en iglesias de dicha escuela. Odi tambien ha tenido la generosidad de compartir con nosotros un poema de La Escuela de Cusco. Kusa wayki"



BARADIEL CARGANDO CON PÓLVORA
SU ARCABÚS / Decoración mural
CAPILLA DE SANGARARÁ

Soy el arcángel apócrifo

Soy el paria al que los legos llaman
Angel y príncipe del granizo

Oculto en la penumbra del sotacoro
en el fasto luneto de una cúpula
colmo mi ruedo: fronda tiznada
por el humo de los cirios

no hay
más escenario: un árbol
un poco de tierra para asentar los pies
son el único paisaje circundante

Botas romanas, faldellín
capa volante

sobre mi escudo rige
un tordo ermitaño

No pertenezco a la jerarquía celeste
al enjambre de querubines tronos potencias
pulsando un laúd, violas
de gamba: pura
decoración pompeyana

Soy el bastardo sin linaje
En su lengua los feligreses
corrompieron mi nombre
proscrito

Anónimo, cerril
me recuesto en los gramales
cansado al atardecer
como un peón que durante el día

pisó

pisoteó barro crudo
para el adobe

Soy el arcángel apócrifo

Soy el paria al que los legos llaman
Angel y príncipe del granizo

De: La Escuela de Cusco (2005)

¿QUÉ LEER EN ESTOS TIEMPOS?

Reproducimos un artículo publicado en El Comercio de Lima, en el que se trata de que debemos leer. Ahora hay una gran inmensa intelectual, la cual es imposible de conocer en una pequeña parte. No hay el tiempo suficiente como para leer todo lo que se produce y ya se está dejando de leer a los llamados clásicos.

Por: Umberto Eco
Domingo 26 de Diciembre del 2010

“The Western Canon” de Harold Bloom define el canon literario como “la selección de libros en nuestras instituciones educativas” y sugiere que la verdadera pregunta a que da lugar es: “¿Qué debe intentar leer el individuo que todavía desea leer, en esta etapa tan avanzada de la historia?’’. Y señala que, en el mejor de los casos, en un solo lapso de vida es posible leer solo una pequeña fracción del gran número de escritores que vivieron y trabajaron en Europa y el continente americano, sin considerar a aquellos de otras partes del mundo.

Aun si nos apegamos solo a la tradición occidental, ¿qué libros debería leer la gente? No hay duda de que la sociedad y cultura occidentales han sido influidas por Shakespeare, “La Divina Comedia” de Dante, y – remontándose en el tiempo– Homero, Virgilio y Sófocles. Pero ¿somos influidos por ellos porque realmente los hemos leído de primera mano?

Esto me trae a la mente el argumento de Pierre Bayard en “Cómo hablar sobre los libros que no ha leído”, de que no es esencial leer realmente un libro de principio a fin para comprender su gran importancia. Es evidente actualmente, por ejemplo, que la Biblia ha tenido una profunda influencia tanto en la cultura judía como en la cristiana en Occidente, e incluso sobre la cultura de los no creyentes; pero esto no significa que todos los que hayan sido influidos por ella la hayan leído de principio a fin. Lo mismo puede decirse de las obras de Shakespeare o James Joyce. Para ser una persona culta o un buen cristiano, ¿es necesario haber leído el Libro de los Reyes o el Libro de los Números? ¿Es necesario haber leído el Eclesiastés, o es suficiente saber meramente de segunda mano que condena la “vanidad de las vanidades”?

Lo siguiente es que el interrogante del canon no se homologa con el de los programas de estudios, que representan el conjunto de obras que un estudiante debe haber leído para cuando termina sus estudios.

Hoy en día, el problema es más complicado que nunca antes, y durante una reciente conferencia literaria internacional en Mónaco, hubo un debate sobre el lugar del canon en la era de la globalización. Si las ropas de diseñador “europeas” se producen en China, si usamos computadoras y autos japoneses, si incluso en Nápoles comen hamburguesas en lugar de pizzas –si, en suma, el mundo se ha contraído a dimensiones provinciales, con estudiantes inmigrantes en todo el mundo que piden se les enseñen sus propias tradiciones– entonces ¿cómo luciría el nuevo canon?

En ciertas universidades estadounidenses la respuesta ha surgido en la forma de un movimiento que, en vez de ser “políticamente correcto”, es políticamente tonto. Ya que tenemos muchos estudiantes negros, han sugerido algunas personas, enseñémosles menos a Shakespeare y más literatura africana. Un chiste fino a costa de todos esos chicos destinados a salir al mundo sin comprender las referencias literarias universales como el soliloquio de “ser o no ser” de Hamlet; y por tanto, condenados a seguir al margen de la cultura dominante. Si acaso, el canon existente debería ser ampliado, no desplazado. Como se ha sugerido recientemente en Italia, en relación con las lecciones semanales de religión en la escuela, los estudiantes deben aprender algo sobre el Corán y las doctrinas del budismo, así como los Evangelios. Asimismo, no sería mala idea si, además de sus lecciones sobre la civilización griega antigua, los estudiantes de bachillerato aprendieran algo sobre las grandiosas tradiciones literarias árabe, india y japonesa.

No hace mucho tiempo fui a París a participar en una conferencia a la que asistieron intelectuales europeos y chinos. Fue humillante ver cómo nuestros colegas chinos conocían todo sobre Emmanuel Kant y Marcel Proust, sugiriendo paralelos (fuera correctos o erróneos) entre Lao Tzu y Friedrich Nietzsche, mientras la mayoría de los europeos entre nosotros apenas podían ir más allá de Confucio, y a menudo solo basados en el análisis de segunda mano de eso.

Hoy, sin embargo, este ideal ecuménico se enfrenta con ciertas dificultades. Se puede enseñar a los occidentales jóvenes “La Ilíada” porque han oído algo sobre Héctor y Agamenón, y sus conocimientos rudimentarios de la cultura incluyen expresiones como “el juicio de Paris” y “talón de Aquiles” (aunque en un reciente examen de admisión de una universidad italiana, un solicitante pensó que el término “talón de Aquiles” se refería a una enfermedad, como la rodilla de mucama o el codo del tenista). Sin embargo, ¿cómo se puede interesar a esos estudiantes en el poema épico en sánscrito de “El Mahabharata”, o los poemas en “El Rubaiyat” de Omar Khayyam en tal forma que esas obras persistan en su memoria? ¿Realmente podemos adecuar la educación para que se adapte al mundo globalizado cuando la vasta mayoría de los occidentales cultos no tiene idea alguna de que, para los georgianos, uno de los mayores poemas en la historia literaria es “El caballero de la piel de pantera” de Shota Rustaveli? ¿Cuando los eruditos ni siquiera pueden ponerse de acuerdo sobre si, en la versión georgiana original, el caballero del poema está usando de hecho una piel de pantera, y no una de tigre o una de leopardo? ¿Siquiera llegaremos tan lejos, o debemos seguir preguntando simplemente?: ‘’¿Shota qué?’’

Traducción de Hector Shelley

sábado, 18 de diciembre de 2010

Ledo Ivo y Odi Gonzales

Recientemente coincidieron el gran poeta brasileño Ledo Ivo y nuestro wayki y harawico Odi Gonzales. Ambos leyeron su poesia a un gran auditorio, parte de lo cual queremos compartir con todos ustedes.




LEDO IVO

A cartilha

Primeira licao

Na escola primária
Ivo viu a uva
e aprendeu a ler.

Ao ficar rapaz
Ivo viu a Eva
E aprendeu a amar.

E sendo homen feito
Ivo viu o mundo
seus comes e bebes.

Um dia num muro
Ivo soletrou
a licao da plebe.

E aprendeu a ver.
Ivo viu a ave?
Ivo viu o ovo?

Na nova cartilha
Ivo viu a greve
Ivo viu o povo.


ODI GONZALES

Umantuu
(Brooklyn, NY 11211)

maytaña riqtikipas, k’uychi
/sirina
sillwi tinyachaykiwan qan
chaninta waqyaripay
k’ita pureq almayta
uri manchali
salqay salqay erqe
t’anpa chukchan kaq
rutusqankumanta pacha

kutichimuy takiq challwa
/sipas
waqtaykita waqyapayaspa
hunt’a ñuñuykimanta lluy
phoqchirimuq q’ata
/ñuqñuykita
qhawa qhawaychispa

may´piña tupaspaykipas, rit’iy rit’iy
mana rikhuriq phuyuq t’ikan
/qoya
qatirimuy q’osti
ch’usaq phuyuman t’inkispa
ayqeq almayta;
ñawpachimuy yaw mana puñuq
siwiq warmi, chakinpamuy
ch’ayñakunaq ñanninman
qhatakunaq patanman

maytaña chayaqtiykipas lluy pureq
wayray wayra qoya
tusuq wayra qotu
pusarimuy chinqaq almayta
aysarimuy chakinpamanta sichus
mana hamuyta munaqtinqa
kay khutu waqsi
aya hayt'ayman

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Checho y Juvenal

El pasado domingo, los jugadores del cienciano encabezados por el Checho Ibarra, lograron una proeza, vencer a su contendor del norte y mantenerse en la división profesional del futbol peruano. El pueblo cusqueño apoyó masivamente al Cienciano, que está huerfano de dirigentes y en la mas absoluta bancarrota.






Reproducimos la columna de Abelardo Sanchez León, publicada el dia 8 de diciembre del 2010 en El Comercio de Lima


Como un anticipo a las elecciones presidenciales del próximo año, emergen, desde los escombros del club Cienciano, las figuras de Checho Ibarra y de Juvenal Silva. El primero lo hace en calidad de héroe y el segundo como un redomado villano. El Perú actual nos tiene acostumbrados a estos tipos de personajes: el oficial, la cara arisca del Estado, el rostro de la autoridad, del congresista, del dirigente deportivo, representado por Juvenal Silva, a quien se le puede añadir, si deseamos, el de gamonal y hacendado, en comparación con el Checho, un argentino suelto en plaza que ha encontrado en estas tierras un modo singular de cariño, siempre ingrato, no siempre reconocido, a partir de su accionar desprendido y generoso, casi como si fuese un héroe popular.

Checho Ibarra, un delantero que ha pasado por la mayoría de nuestros clubes, es el goleador máximo de nuestro fútbol. Pero eso no importa en estos momentos. Ahora tiene la imagen de una camioneta todoterreno que ha sacado al Cienciano del fango, donde lo dejó irresponsablemente su dirigente único, su líder máximo, el capataz de nuestro fútbol, el eterno Juvenal Silva. Cienciano es un club que nos ha dado mucho en lo deportivo, pero que no tiene patrimonio. Es la negación de la institucionalidad. No tiene un local mínimo y no promueve las divisiones inferiores. Casi ningún jugador proviene del Cusco. Su héroe máximo, el Checho, con una gorrita de campo, en buzo, con su goma de mascar achorada, ha demostrado que estando cerca de los jugadores, compartiendo sus penas, con amor propio, con humildad (palabra que tanto nos gusta, pero que nuestras autoridades jamás utilizan) se puede salvar la categoría en un torneo tan enrevesado como es el peruano.

En estos momentos de sana alegría hay que detenernos en el malo, no en el bueno. El malo es siempre un personaje complejo, difícil de asir, sobre todo cuando forma parte del ‘establishment’ nacional. Juvenal Silva es un llamado padre de la patria, un hombre, imagino, de negocios, un político regional, un dirigente deportivo. Y, sin embargo, representa lo que nadie quiere para el 2011. Personajes como él justifican la figura creciente del ‘outsider’ y que por ocultar su cara en los momentos difíciles del club, produce figuras emblemáticas como el Checho, una vuelta olímpica en olor de multitud, que espero signifique el reconocimiento definitivo a este aventurero simpático, convertido en héroe popular.

sábado, 4 de diciembre de 2010

SI SE PUEDE!!!!

Cienciano por el lente de Martin Chambi






El día de mañana el CIENCIANO, nuestro campeón, gracias al coraje de un grupo de jugadores, luchará por mantenerse en el fútbol de primera división.

La informalidad, los malos manejos, la falta de transparencia y la decidia de algunos cusqueños ha dado como resultado que nuestro equipo esté atravesando una crisis muy grave.