jueves, 17 de diciembre de 2009

¿QUE HACER PARA EVITAR QUE EL QUECHUA Y EL AYMARA DESAPAREZCAN?

Karla Olazábal Ramírez

En el Territorio Nacional, existen alrededor de cuarenta lenguas reconocidas por el gobierno del Perú como oficiales, sin embargo muy pocas personas saben de su existencia y sólo se da importancia al castellano.

La idiosincrasia de la población como consecuencia de la conquista cambio notablemente, se dio una desvalorización de la cultura, en este caso específicamente de la lengua. El castellano se impuso, mientras que las otras lenguas fueron subordinadas en relación él. La escuela durante todo el periodo republicano ha sido fundamental en arraigar este concepto tan absurdo de superioridad lingüística. Generalmente se da instrucción en castellano quitando así, la oportunidad de hablar en la lengua materna. Esta discriminación llega hasta las familias, que son el núcleo de la sociedad, quienes para evitar ser marginadas en diferentes situaciones y que sus hijos tengan un mejor futuro, básicamente logrando tener un mayor acceso a servicios que proporciona el estado (justicia, educación y salud, principalmente), propician el aprendizaje de una segunda lengua y no la materna. En otros casos (generalmente las personas mayores) han aprendido el castellano debido a la necesidad, sin embargo su nivel de expresión es bajo, por lo que igualmente son discriminados y a esto contribuyen los medios de comunicación como la TV, que pone personajes como la “paisana Jacinta” que menosprecian al poblador de la sierra.

La discriminación que sufren los hablantes de quechua, aymara y lenguas amazónicas, es la misma que los hispanohablantes sufrimos frente a lenguas mas “poderosas” como el inglés y el francés en diferentes partes del mundo. Esto se debe también a que gracias a la globalización y al mundo moderno, los hablantes de estas últimas lenguas, son quienes tienen más influencia en la actualidad y controlan gran parte de la economía mundial, entre otras cosas; por lo que nos vemos en la obligación (si queremos insertarnos en el mundo global) de aprender estos idiomas. Los idiomas nativos, son menospreciados, los que lo hablan son marginados.

Debemos evitar que lenguas como el quechua y aymara desaparezcan porque son parte de nuestro pasado cultural: Un gran numero de personas son hablantes de estas lenguas, son una forma de ver el mundo única, que poco a poco se esta desvalorizando, sin embargo antes de la conquista ambos idiomas eran los que se hablaban principalmente en América del sur y eran los más aceptados socialmente.

Por otro lado, si desaparecen, ¿cómo los historiadores, antropólogos, sociólogos etc. podrán recopilar datos importantes de nuestro pasado y presente, del conocimiento acumulado en centurias? Este patrimonio sumamente interesante se perdería junto con estos idiomas y no habría vuelta atrás para recuperarlos.

Como posibles soluciones para evitar la desaparición de estas dos lenguas, podríamos decir en primer lugar que es preciso reconocer que todos formamos parte de esa realidad, aunque nuestro lenguaje y posiblemente nuestro aspecto e intereses sean otros, pero todos somos mestizos y nuestros antepasados nos dieron ese legado que debemos rescatar. En segundo lugar, el estado debería de hacer campañas nacionales para que se revaloren estos idiomas nativos, así como capacitar a profesores bilingües que enseñen a los escolares en su idioma materno y en castellano, para que así tengan más oportunidades de recurrir a servicios que proporciona el estado y a la vez puedan conservar su cultura. Igualmente se debe hacer de una vez por todas, que los servicios necesarios en las zonas de habla quechua y aymara, sean proporcionados en esas lenguas y que todo quechua y aymara hablante debería tener las mismas oportunidades de hacer uso de su lengua en los diferentes trámites administrativos en las diferentes instancias del estado. En tercer lugar, los medios de comunicación siempre cumplen un papel importante en la sociedad, por lo que debería de hacerse publicidad en diferentes idiomas, para que de esa manera exista una mayor identificación con lo autóctono y se extienda a todo el Perú. En cuarto lugar, la escuela debería incentivar la revaloración de la cultura andina y por tanto de sus lenguas, tomando en consideración que somos un país pluricultural y multilingüe, donde cada uno de los grupos humanos tiene una propia identidad. El respeto al otro es importante, sin embargo la cultura occidental propicia que la cultura andina sea siempre menospreciada, por lo que se da la discriminación y el racismo.
La enseñanza y producción de textos en estos idiomas, así como programas en los medios de comunicación, evitará su desaparición.

Hacer que los que hablan quechua y aymara tomen conciencia de la igualdad de sus idiomas con otros como el castellano y se sientan orgullosos de pertenecer a una sociedad que ha aportado al mundo numerosos conocimientos y productos como la papa y el maíz, hará que estos idiomas, y no dialectos, supervivan.

martes, 15 de diciembre de 2009

COMO HA CAMBIADO OLLANTA

En el anterior número leímos una nota nostálgica del Dr Del Alamo, en la que nos llevó imaginariamente a los años 50 del siglo pasado, cuando Ollantaytambo era un pueblo apacible, donde todos se conocían, los niños ingresaban a las diversas huertas a treparse a los árboles de capulí, las puertas permanecían entornadas para permitir el ingreso de los vecinos, los profesores eran autoridades respetadas, los campos estaban cubiertos de plantas de maíz y papas en flor.

Si ahora recorremos las calles ollantinas, no encontraremos mucho de ese paisaje añorado. Numerosas casas se han convertido en hoteles y restaurantes, algunos de los antiguos moradores han decidido deshacerse de sus propiedades y ahora son habitadas por extraños. Las pocas casas de origen colonial han sido divididas perdiendo su morfología. Ahora no quedan ni rastros de lo que fueron. Zaguanes, escaleras y balaustres, han caído por los suelos. En su reemplazo se levantan muros de cemento, escaleras y ventanas con hierro.

Las chacras cada vez tienen menos extensión, muchos terrenos ahora están ocupados por nuevas construcciones, donde se acondicionan hoteles para recibir a extranjeros. Los árboles de capulí son cada vez mas escasos, los ch’ititis y chihuacos, ya no nos despiertan con sus trinos madrugadores. Los sapos ya no croan anunciando la lluvia. El maíz ya no se seca en los tendales, se vende en choclo, originando la falta de jora para elaborar chicha.

Ahora encontramos a empresarios ollantinos, con dos celulares en la cintura, despachando sus negocios a bordo de modernas camionetas. Los que no pueden pagarse un teléfono privado, pueden realizar sus llamadas desde los teléfonos públicos instalados en los locales comerciales y también desde los celulares que ofrecen algunas señoritas en la plaza principal. Sin embargo hay ollantinos que no pueden darse el lujo de efectuar una llamada telefónica, es muy caro para ellos y deben destinar todos sus ingresos para subsistir. Los precios de los productos agrícolas, nunca son buenos y ahora ya no hay trojes. Difícilmente se guarda algo de papas y maíz.

La plaza, donde antes solo dos veces al día paraban los vehículos que hacían servicio al Cusco, ahora se encuentra atiborrada de taxis, combis y toda clase de vehículos que salen a cualquier hora.

Los restaurantes han sacado sus mesas y sillas a las veredas. Es agradable sentarse ahí a tomar un refresco, una cerveza o degustar alguno de los muchos omelettes que ofrecen, pero ahora ya no podemos transitar libremente por las veredas. Por las calles nos encontramos con algún muchacho con su mandil de chef y por supuesto con muchos vendedores de artesanías.

Hablando de artesanías, la Plaza sagrada de Manyaraqui, es desde hace un buen tiempo un gran mercado. El espacio está lotizado, impidiendo una buena perspectiva de los importantes edificios que la circundan.

En vísperas de Todos los Santos, encontramos “tropas” de niños con distintos disfraces, unos con apenas una careta, otros con vestidos preparados especialmente y con extrañas mascaras de tela o plástico, festejando el Halloween importado. ¿El día de la canción criolla? No, en las calles ollantinas no se conoce esta fiesta.

La música que se escucha es diversa, hay rock, chicha, cumbia y también huayno. Los blues no faltan en algún pub concurrido por turistas.

Las escuelas se han multiplicado, algunas de ellas son particulares e incluso hay alguna que esta “especializada” solo en hijos de extranjeros. En Chillca, Patacancha y Huilloc, hay colegios, donde asisten numerosos estudiantes. El quechua, se sigue hablando, al mismo tiempo que el castellano y el inglés.

Lo que apreciamos ahora en Ollantaytambo, es un pueblo en proceso de cambio. Cambio que se viene realizando rápidamente, no solo en su morfología, también en su gente
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