Eduardo Galeano (*)
Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.
Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.
Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:
-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo
-Y anda bien -le pregunté
-Atrasa un poco –reconoció
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Es una bella composición que nos muestra la inocencia de los niños, su capacidad de crear, su ilusión y fantasía que se dan a pesar de las condiciones adversas en la que vive. El niño del relato, puede ser cualquiera de los que encontramos diariamente por las calles de Ollantaytambo o en los diferentes pueblos del sur andino.
La pobreza en la que siguen viviendo miles de niños, no permite que su desarrollo intelectual, emocional y físico sea mayor, sin embargo su capacidad inventiva es grande. Crea sus propios juguetes, los frutos del eucalipto se convierten en trompos, las piedras del camino son carritos multicolores que acompañan las caminatas, con unos trazos en el suelo y unos cuantos guijarros puede jugar a la “leonera”. Los cuentos que narran, donde se mezclan la realidad y la fantasía, son dignos de figurar en cualquier libro.
Los niños son el futuro del país, pero sino les damos oportunidad de desarrollarse, si las instituciones que debían velar por su bienestar no lo hacen, ese futuro no se ve halagüeño.
(*) Eduardo Galeano, escritor Uruguayo, nacido en 1940. Es autor de varios libros los que han sido traducidos a mas de 20 idiomas, entre los cuales se encuentra “Las venas abiertas de América Latina”. El texto que presentamos y que ha sido reproducido en numerosas oportunidades proviene de “El libro de los abrazos” publicado en 1989.
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