domingo, 16 de noviembre de 2008

LAS T´ANT´A WAWAS

En la festividad de Todos los Santos, junto con el lechón y los tamales, se consume, entre los niños, los caballos y las wawas de pan (t'ant´a wawas). Es costumbre que los padrinos obsequien las wawas a sus ahijadas y los caballos a los ahijados. En el caso que no fuera así, son los padres los encargados de comprar estos productos en las diferentes panaderías, hornos o en el mercado.
Desde la segunda quincena de octubre, se puede encontrar las wawas en el mercado, donde, por disposición municipal, las vendedoras ocupan un lugar especial. Junto a las wawas podemos encontrar los maicillos, las condesas y los suspiros, que son también productos que se venden en la fecha
Las wawas se preparan con la masa para panes, la adornan con la masa en relieve con líneas curvas, le agregan confites y le ponen la yema de huevo, con el fin de que tenga una apariencia lustrosa. Sin embargo el elemento principal es un pequeño rostro de pasta donde se ve la cara sonrosada de una niña que tiene una corona de flores. En el caso de los caballos, el proceso de fabricación es el mismo y se pone el rostro de un caballo y se le agrega el rostro del jinete, en muchos casos pueden ser hasta dos lo jinetes.
Estos presentes son entregados a los niños en la mañana del día 1 de noviembre y por supuesto que generan una gran alegría en ellos. Los adolescentes e incluso los mayores no se sustraían de esta festividad y hasta fines de los 90, organizaban los famosos bautizos de la wawa, para lo cual con anticipación se preparaban nombrando a los padres, padrinos, sacerdote y monaguillo. Los padres eran los encargados de mandar elaborar la wawa, que era de una masa especial y tenía un decorado mas complejo. Las dimensiones eran mucho mas grandes, de acuerdo a la cantidad de participantes. Los padrinos se encargaban de elaborar un humorístico capillo, con el nombre de la wawa, que podía ser el de Flor de un día. El resto de participantes colaboraba con la comida y la bebida. Cuando todos se habían reunido, comenzaba la ceremonia, donde el “sacerdote”, que era una persona con mucho sentido del humor, realizaba un simulacro de bautizo, siendo secundado por el monaguillo. Una vez concluida la ceremonia, se procedía a repartir la wawa y nombrar a los, padres y padrinos de la festividad del año venidero, luego de lo cual sonaba la música y se iniciaba el baile. Actualmente ya no se dan estas celebraciones o si se dan son en círculos muy íntimos, sin embargo, las wawas se siguen produciendo, inclusive se presenta en cajas de cartón y ciertos municipios organizan ferias en las proximidades del 1 de noviembre.
Esta costumbre de las wawas, también se esta difundiendo en Lima, donde algunas municipalidades organizan un concurso y se premian a las mas vistosas.

lunes, 15 de septiembre de 2008

EL FIN DE OLLANTAYTAMBO


Cuando uno quiere un lugar tanto como a la vida, porque el lugar te llena de dicha, te da paz y sosiego, es triste verlo morir, verlo desvanecerse. Se le comprime a uno el corazón.
Esto es lo que siento cuando llego a Ollantaytambo, al Ollantaytambo de hoy. A la ciudad Inca donde algún día el Pinkylluna me acogió y cobijo a sus faldas. Época donde la modernidad tenía un rico sabor a desarrollo. Cuando el alcalde aún tenía la valentía de amarrarse a los rieles del tren como protesta al turismo no sostenible. De poco servía, pero le daba al lugar un aroma a conciencia. Hoy desgraciadamente el progreso de Ollantaytambo se les fue de las manos a los propios ollantinos.
Las cosas se vieron venir de manera vertiginosa. Nunca podré sacarme de la cabeza el día que volví directo a las sopas de doña Zoila. Que sopas tan ricas, con moraya, muña, olluquitos y todo lo que la pachamama da por allá. Por su menú la gente se amontonaba en su local y yo me tomaba dos, tres sopas y era feliz. Hasta que la casa azul se vio media desierta, pero el motivo parecía justificarlo. Zoila se había mudado a la plaza. Pero no a progresar, sino para hacer lo mismo que todos los demás hacían, pensando de esa manera atraer turistas. Así me encontré a Zoila, parada en la puerta de un local vacío, ofreciendo omelet, panquek, juice, coffe. En mi siguiente visita Zoila había quebrado y con ella se fueron las mejores sopas de mi vida.
De la misma manera vi desaparecer la vida pueblerina, su tranquilidad, el silencio ollantino, el omnipresente sonido del correr del agua. La población se aloco y se volcó al turismo de la manera menos sostenible; perdió parte de su identidad, de su cultura, de su mística, y se convirtió en un pueblo de transito, en algo mejor que Aguas Calientes donde cientos de turistas pasan, consumen y se van. Ahora entre caras desconocidas se pierde la tía con su balde de cinco pisos de gelatina, flan y torta, al igual que al Hermano Juan con sus galletas. Las casas no están abiertas como antes, uno no puede pasar a saludar, tampoco se puede ir a escuchar a los mayores a sus hogares, donde aún conservan los cráneos de sus antepasados como ofrendas. Toda esta intimidad se acabo, ahora hay policía motorizada, serenazgo. Hasta es evidente que ha llegado la Sunat. Que ha clausurado todo. En Ollantaytambo donde a veces los ancianos fallecidos tenían que esperar para que primero se les creara una identificación, quizás hasta un DNI, porque no los podían registrar como occisos si todavía no figuraban como nacidos.
Ay mi Ollantaytambo querido, como estas cambiando, y que sabor tan raro traes. Un sabor a polución, a comercio, a inseguridad. Una perdida de cultura, una señal de que el único pueblo inca viviente está por sucumbir. Esperemos que sus pobladores y dirigentes aún tengan tiempo de tomar conciencia, de darse cuenta de la realidad que enfrentan y hacia donde se dirigen.

Beatrice Velarde
Septiembre 2008

miércoles, 18 de junio de 2008

Bingham en Ollantaytambo



Cuando el historiador norteamericano, Hiram Bingham III, regresa al Perú en 1914 a continuar sus exploraciones en Machu Picchu, se establece en Ollantaytambo, para lo cual, alquila por medio de sus colaboradores, la casa de don José Manuel Zamora y esposa doña Gumercinda Galdo, ubicada en Araccama, “tras el Sagrario”. El arrendamiento se realiza directamente “al Señor Prof. Hiram de la Universidad de Yale”
La mencionada casa era conocida como la “Casa Horno”, por que ahí funcionaba un horno donde se elaboraban panes y en su “canchón” se encontraba la fuente conocida como el “Baño de la Ñusta”, la cual fue objeto de algunas fotografías de Bingham.

El contrato de arrendamiento firmado el 26 de febrero de 1915, por el representante de Bingham y miembro de la expedición, Osgood Ardy (uno de los topógrafos de la expedición), describe la situación de la vivienda y se acuerda una “mensualidad de veinte soles pagaderos cada fin de mes, principiando a correr por cuenta del arrendatario desde el primero de marzo del presente año con periodo de un solo año”. Firman como testigos, don José Miguel F. Baca, don Valentín Martínez, don Eliseo Pareja, ante el Juez de Paz don Tadeo Flórez. De dicho documento, hay dos versiones conservadas por don Mariano Salas, una manuscrita y un resumen mecanografiado, en papel membretado como “THE PERUVIAN EXPEDITION OF 1914-15 under the auspices of YALE UNIVERSITY AND NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY. Hiram Bingham, Director”.

Ya próximo a concluir el contrato de arrendamiento, y con el fin de hacer cuentas sobre la inversión realizada en el acondicionamiento de la casa, uno de los representantes de Bingham, en una carta mecanografiada, al parecer de noviembre de 1915, escribe lo siguiente:

“Señor Jose Zamorra.
Gobernador de Ollantaitambo.

Muy estimado Señor y amigo-

Me encuentro U. preparando para hacer viaje mañana a Cuzco
Llevando a la vez unos veinte cajones de tiestos.
Antes de partir para Cuzco Quiero hablar con U. sobre la cuestión
De las mejoras que hemos puesto en esta casa, hablo principalmente
de la maderaje y la calamina.
Como estoy tan ocupado yo, encajonando tiestos, y, otros
cosas, le escribo este carta para suplicarle si no podia U. venir
a casa esta tarde a tomar una botella de Cerveza y al mismo tiempo
ablar del cuestion de la madera y calamina.

Siempre Su Atta Servidor y Amigo

Geoffrey W. Moskhill”

La expedición de Bingham, durante su estadía en Ollantaytambo, realizó estudios, toma de fotografías y elaboró el primer plano de la población. Por la carta que antecede, se puede deducir que también realizaron trabajos de excavación en Ollantaytambo, fruto de lo cual se enviaron las mas de veinte cajas con tiestos y “otras cosas”, cuyo destino se desconoce. Suponemos que los tiestos son de origen ollantino; por cuanto, el material colectado en Machu Picchu debe haber sido transportado directamente al Cusco, sin escalas innecesarias en Ollantaytambo.

Ya es tiempo que la Universidad de Yale, no solo devuelva los materiales arqueológicos que se despacharon, sino permita que los archivos de Bingham estén a disposición de los investigadores peruanos y peruanistas.

lunes, 5 de mayo de 2008

GRACIAS



Cuando en mayo del 2007, las antropólogas Patricia Panato y Roxana Alvarez, fueron encargadas por el INC, institución donde laboran, a realizar el levantamiento de información de la fiesta del Señor de Choquekillka, como parte del registro de la cultura Viva del Cusco, pensaron que era una de las tantas fiestas religiosas que se llevan a cabo en la región. Sin embargo, cuando el sábado por la tarde empezó la fiesta con el arreglo del templo y la reunión de las diversas comparsas, pudieron apreciar que esta no era una fiesta más. Vieron que el desarrollo de la fiesta involucraba a todo el pueblo. Estaban los carguyocs, con la responsabilidad de llevar adelante la celebración, los danzantes, como los K’achampas, que estoicamente permanecían horas de horas bailando por la devoción a su Patrón, los devotos que acudían humildemente a los pies de la imagen para rogar por sus vidas y también los turistas que se admiraban de que un pueblo entero se dedicara a celebrar a una cruz, que de acuerdo a la tradición fue recogida en medio del río Vilcanota.
La religiosidad de la población de Ollantaytambo se manifiesta en la celebración de Pentecostés, donde se rinde culto al Señor de Choquekillka. Imagen venerada desde hace un siglo y la que con los años tiene una mayor cantidad de devotos.
Justamente, el Señor de Choquekillka, abrió los ojos a estas profesionales, quienes al notar la profunda significación de la fiesta, propusieron a la institución donde laboran que la fiesta sea declarada, Patrimonio Cultural de la Nación. Prepararon un nutrido expediente, el cual fue enviado a las mas altas autoridades del INC de Lima, quienes tomaron su tiempo en decidir, el día 28 de abril del 2008 y a pocos días de Pentecostés, como un regalo al pueblo, salió publicado en el diario oficial El Peruano, el decreto que declara la festividad del señor de Choquekillka como Patrimonio Cultural de la Nación.
Esta declaratoria, nos compromete mas a seguir luchando por la defensa de nuestro Patrimonio, por mantener nuestras costumbres y preservarlas de la agresión que sufre diariamente.
El pueblo de Ollantaytambo tiene una deuda de gratitud para las señoras Panato y Alvarez, la cual se puede ir amortizando si tomamos conciencia de la defensa de nuestro Patrimonio material e inmaterial.

domingo, 6 de abril de 2008

Huaynos Cusqueños

Fredy Amilcar Roncalla

Los huaynos que escuchaba en Chalhuanca venían de varias regiones. Uno podía distinguir si una canción era del Cusco, Parinacochas, Chuquibamba, o Andahuaylas. Hasta el sabor local tenía fuertes influencias de provincias altas (Los Aymarinos) o de Huamanga (Pichinkucha). Pero había algunos temas que tenían un origen impreciso. Una de ellos es la canción “Dos Palomitas”, que mi madre y tía cantaban en las punas bordeando Negromayo. Algo de ser andino es llevarse sus canciones muy adentro sin a veces recordarlas claramente. Pero un día, de vuelta en territorios de ayllus y Apus, viajaba en un ómnibus de Centro Andino. En ese tiempo reinaba el Picaflor y el chofer había puesto “Barrio Piñonate” varias veces. Para variar un poco cambió de cinta a Condemayta de Acomayo, con Calandria del Sur, que ya cantaba “Dos Palomitas” con una voz tan dulce que, ama waqaspalla, me emocionó profundamente, y marcó en mi la reapertura y entrega al espacio musical del ande. Algo que no he dejado en ningún momento ni en la costa ni el extranjero. Desde entonces tengo una gran admiración por Condemayta de Acomayo y me suenan en especial los huaynos cusqueños. En una época en que a nivel nacional primaba la música huanca y previo a la llegada de los sonidos ayacuchanos contándonos penas de la guerra, Calandria del Sur puso en el escenario nacional no sólo el huayno cusqueño, pero también su variante indígena. Y en un momento que la divisoria entre lo indígena y lo señorial (Cusco Criollo, los Campesinos) era mucho mas distinguible. Condemayta de Acomayo, es quizás el único conjunto indígena en el selecto grupo de los clásicos del huayno junto a Trio Ayacucho, Los Errantes, Los Campesinos, Picaflor de Los Andes, etc. Por eso, y por la facilidad cadenciosa con que aborda las melodías como si fueran parte de su propia respiración, Calandria del Sur es para mí la mejor cantante de huayno. Y le sigue muy cerca Sonia Yasmina, a la cual he redescubierto hace poco en You Tube y espero que tenga el lugar que se merece, no importa que al igual que el Pablucha Venero se le haya criticado por fiestandera. Sonia merece lugar de honor por la claridad y dulzura de su voz, y porque los arreglos con que se presentó hace un par de decenios anteceden a los que se oyen ahora en el escenario urbano tradicional. Ella abre el camino a Nancy Manchego, Roxana Gutierrez y a los Hermanos Aybar, entre otros. Incluso influye en el curita de Yucay Plasachapi, que según me cuentan ya anda por Ollanta. El escenario musical cusqueño es tan amplio que sería injusto limitarlo a esas dos cantantes. Según los hermanos Montoya** el huayno cusqueño se divide entre los de las provincias altas (Chumbivilcas etc.), y los de las provincias bajas (Acomayo, Calca, etc.). Esta división inicial puede ser matizada dando cuenta de las sutiles diferencias entre subregiones cusqueñas en cuanto a estilos, instrumentación, vocalización, eleccción de lengua, etc. Un arduo y fascinante desafio para el investigador que además tendría que decidir dónde encajan las composiciones de William Luna, que bordean el huayno, pero no lo son completamente. Mientras tanto vienen a la mente los sonidos de Pancho Gomes Negrón, el Conjunto Tupac Amaru, Rosita del Cusco, Los Campesinos, el Embajador de Quiquijana cantando Valicha, y el requinto inconfundible de los Bohemios, cuyo sonido, que pasa de la tristeza a la celebración sin que nos demos cuenta, no tiene paralelo en ninguna otra región del ande. Y que, ayni nomás, habían filmado parte de un video en Chalhuanca. Para nosotros los andinos, los huaynos son parte intregral e íntima de nuestro ser y es bueno hablar de ellos en primera persona. Las veces que he estado en el Cusco he escuchado largamente al arpista ciego, que mendiga en calles aledañas a la plaza de armas, maravillado por la sincopación impredecible de sus bajos y su voz quebrada. Y un día, viajando en tren rumbo a Aguas Calientes, casi me agarra otro ama waqaspalla, escuchando un padre en el rondín y sus hijas en la guitarra cantando al estilo indigena de provincias bajas. Así, puro sentimiento también he cantado “Saqsaywamanpi”, “Llawllillay”, “Yucaliptucha”, “Soleschallay soles” y “Cigarro inka” a veces sapachallay urpi. Otras veces con Franklin, un mandolinista cusqueño de los buenos, con el buen Dario Espinoza, o en compañía de mis waykis de los cuales uno, el galáctico Lino Pareja, que es del mero Ollanta, se maneja unos punteos y bordones en la comuncha que hay que agarrarlo cuando está inspirado porque segurito va tratar de llevarnos al Hanaq Pacha. O en todo caso decir, con el humor que caracteriza al huayno cusqueño: “huq panteonta yaykukusqani wasiyta pensaspa / kalaberata muchaykusqani warmiyta pensaspa”. Mientras tanto “Kuskullamanta takichakuna yachaykachiway takiyta / ima takiyta takiyman / hayka takiyta taqkiyman”.

* Poeta y ensayista . Autor, entre otros libros, de “Escritos Mitimaes. Hacia una poética andina postmoderna”

** La Sangre de los Cerros. Rodrigo, Edwin y Luis Montoya. Mosca Azul Editores y UNMSM. Lima 1987

martes, 11 de marzo de 2008

ISHMAEL RANDALL WEEKS : UN GRITO DE ALERTA



Las dos ultimas exposiciones de Ishmael Randall Weeks, una de instalaciones titulada “Estructuras, simulacros” y otra de dibujos, objetos y maquetas llamada “Refugio”, tienen como temática , un mundo desordenado, agonizante, caótico.
Los materiales con los que trabaja son los desechos de nuestra sociedad industrial y otros tomados de la naturaleza, los que combinados adquieren un lenguaje de múltiples equivalencias.
El trabajo de Ishmael, es un arte de choque, no podemos sustraernos a su influjo, nos llena la vista y el cerebro de múltiples interrogantes, nos increpa sobre lo que estamos haciendo por el medio ambiente y nos alerta sobre un futuro oscuro. Entre sus instalaciones nos llama poderosamente la atención la construcción de un invernadero en base a botellas de plástico, en clara alusión a la forma como nos comportamos en torno a nuestro ambiente, formando un gran invernadero con toda la materia que dejamos en la superficie terrestre y en el aire.
El medio donde un artista se desarrolla y donde vive sus primeros años, es fundamental en su trabajo posterior y eso se nota justamente en la obra de Ishmael. La limpieza de los campos, el equilibrio que existe en la naturaleza, son parte importante de su trabajo. Sus planteamientos son universales, pero a la mayor parte de sus esculturas, se le puede dar una lectura de alerta ecológica. Los troncos construidos de cartón, regados conjuntamente con los “tablones”, nos indican una preocupación por la deforestación. La carreta tirando bolsas fabricadas con restos de neumáticos, pueden mostrar el proceso de una tecnología que va jalando sus desperdicios.
Una de sus mas representativas obras , es la de titulada “Balances, tensiones”, donde se utiliza un triciclo, de aquellos con los cuales recorren las calles de Lima los recicladores informales, al que se le han adosado cuales pesas, piedras recogidas en la orilla del rió Vilcanota. Es un balance, pero a la vez es una tensión de fuerzas. Fuerzas contrarias que mantienen el equilibrio del triciclo. El mundo urbano y el rural. ¿tendrá algo que ver la dualidad andina?
Este trabajo nos muestra un mundo dual, en el que se juntan una sociedad industrial con una que aun mantiene rezagos de una economía pre capitalista, donde los desechos de uno pueden ser los materiales de subsistencia de otro, donde el dolor o la impotencia se muestran con trozos de una mesa, que a la manera de garfios intentan cerrarse.
Ishmael, ya dejó de ser una promesa en el arte peruano, a pesar de su juventud, es una realidad. Por la calidad de su obra ya obtuvo varias distinciones y fue escogido conjuntamente con otros artistas peruanos para representarnos en ARCO la Feria de Arte Contemporáneo de España. Su obra a cruzado el charco, de Ollantaytambo a Madrid.

jueves, 7 de febrero de 2008

COMPADRES EN MARCACOCHA



La mañana se presenta nublada y con una pequeña llovizna. Los primeros carros se preparan para llevar a los comerciantes de frutillada y comidas, así como los infaltables pasteles y globos rumbo a Marcaccocha. El día va avanzando y los ahijados visitan a sus padrinos llevándoles el saludo por el día de los compadres.
Años atrás antes de que se construyera la carretera que conecta Ollantaytambo con el Valle de Occobamba, los pobladores se dirigían a Marcaccocha, ubicado en medio del valle del Patakancha, a pie o a caballo, juntamente con toda la familia, llevando comidas especialmente elaboradas para la ocasión. Ahora todos se trasladan en carros y, la fiesta en Marcaccocha está acompañada por banda de músicos y cervezas.
La fiesta de compadres en Ollantaytambo, quizás sea única, donde las personas del pueblo se trasladan a la comunidad de altura para celebrar con procesión y corrida de toros a todos los compadres. No se puede decir cuando empezó esta peregrinación, pero es indudable que la aparición del Niño Jesús en este lugar atrajo a los feligreses. Su aparición data de época de la colonia, quizás a finales del siglo XVIII y el origen de la fiesta en este lugar pueda ser de épocas pretéritas. La fiesta andina se unió a la fiesta cristiana. Esto se supone por que los pobladores de las comunidades ancestrales de Ollantaytambo, en la fiesta de la Bajada de Reyes bautizaban a sus hijos con el nombre de Melchor o Melchora –como se lee en las partidas de bautizo de la época-, y en esta fiesta traían al niño Jesús aparecido en la localidad de Marcacocha a Ollantaytambo. Con el correr del tiempo los compadres tanto del piso de valle y de las punas compartían la fecha de compadres para reverenciar al niño Jesús de Marcaccocha y tomarlo como patrono y protector de los niños bautizados y los compadres.
Para las celebraciones, a uno de los niños que se encuentra en la Iglesia de Santiago Apóstol -llamado Original- se le lleva un día antes a la Comunidad de Pallata y al niño de Marcaccocha –llamado Melchor- se le lleva a la Comunidad de Willoq, en estos dos lugares son velados por los diferentes carguyocs y danzarines. A la mañana siguiente son transportados hacia Marcaccocha, en medio de danzas y de sahumerios.
La fiesta se desarrolla con la participación de los Huallatas, que son interpretados por comuneros de Willoq y Patakancha – antiguamente participaban todas las comunidades del Valle alto- ellos con sus movimientos y gritos, evocan el apareamiento de estas aves altoandinas. Una danza en donde el aspecto ritual de la época recuerda el munanacuy que se debía empezar en carnavales.
La participación de los comuneros de Pallata con conjuntos de danzas es reciente, ellos interpretan las danzas de K´achampa y Huayllascha con gran entusiasmo. Para la ocasión se preparan como para cualquier cargo, degollando vacunos y elaborando frutillada e invitando a los paisanos y familiares.
Luego de una misa celebrada en quechua, las imágenes de los niños y de Santiago Apóstol son sacadas en procesión e inmediatamente después empieza la presentación de los danzarines. Los Varayocs de las comunidades de Willoq y Patakancha, realizan una merienda m´astay, dicha ceremonia pueda que sea superviviente de la época Inca, cuando se ofrecían los banquetes que nos relatan los cronistas. En esta merienda cada alcalde y regidor debe de poner un poco de comida, el cual es ofrecido al bailarín principal de Huallata, luego es bendecido por una persona mayor y repartido a cada concurrente.
Ya por la tarde se inicia la corrida de toros, con animales criados por los Apus, los cuales son arreados de los cerros un día antes. Los toreros son personas espontáneas, que envalentonados con la frutillada y cerveza entran al ruedo y son el deleite de los concurrentes.
En la fiesta se mezclan los pobladores de las comunidades ancestrales con los mestizos del valle, hay juego de carnaval y toros, el rojo de la vestimenta predomina sobre el verde de los campos, los pututus repican junto que los trombones. Una mañana lluviosa y tarde de sol. Eso es compadres en Marcaccocha y como dice nuestro paisano Andrés Bravo: ñoqayqu punchauniycuta yuyariycu misahuan, chaymantaca wacapukllaywan, comadricunak punchayninpika wallpapas wakanchu.

martes, 8 de enero de 2008

El desarrollo de la fiesta de Reyes




La fiesta de la Bajada de Reyes celebrada entre el cinco y ocho de enero ha sido y es en la actualidad una de las mejores festividades dentro del Valle Sagrado de los Incas. Es una fiesta costumbrista en donde participan los habitantes de las comunidades ancestrales de Ollantaytambo y la gente del pueblo, los habitantes de las comunidad de Huilloq y Patacancha traen a su niño de Marcacocha -llamado Melchor- juntamente con los Varayocs y los danzarines de Huallata, estos son recibidos en la capilla de Niño Samachina por las bailarinas de Huayllascha (que tienen una vestimenta igual a los habitantes de las punas) esta danza en su mayoría es bailada por jóvenes y niñas, y Sinkuy wata callariy, que recrea el juego del Sinkuy en el primero de enero.
El día cinco en la tarde es el encuentro con los otros dos Niños que se hallan en la Iglesia del pueblo, uno de los cuales es el Original (aparecido en la localidad de Marcacocha), en este encuentro participan también otras danzas como los herreros, chucchu, majeño y negrillos. A partir de este encuentro comienzan las procesiones que se prolongarán hasta el ocho, día de la despedida y cacharpari en las puertas de la capilla de Niño Samachina. Mención especial para la danza de los Herreros, que originariamente era bailada por personas venidas desde Yucay, esta tradición se remonta a muchos años atrás, cuando el Niño Original era llevado hasta Yucay y con el correr del tiempo se dejó de realizar esta visita, los yucabinos eran devotos de este Niño, entonces empezaron a venir a su fiesta en Ollantaytambo.
El día seis hay una corrida de toros en el coso de San Isidro, en este puede haber toreros de luces con toros de media casta o simplemente los aficionados que se envalentonan para entrar al ruedo, esta es la primera corrida dentro del calendario taurino en el Valle y es considerada una de las mejores dentro de la Región.
La organización de la fiesta empieza con meses de anticipación y está a cargo de un Mayordomo General, el cual es elegido en la Plaza de Armas por toda la población, este tiene la obligación de estar coordinando durante todo el año con los carguyocs y los danzarines para las actividades que se realicen en beneficio de la Fiesta y durante la celebración.
Esta fiesta que dura cuatro días, en donde las frutas de la estación y la frutillada son ingredientes que los chicos y mayores disfrutan de sobremanera, es una fiesta de reencuentro, porque muchos de los ollantinos afincados en otros lugares regresan al terruños para acompañar al Niño Melchor y visitar a los parientes, donde los ágapes a base de cuy y chicha son insuperables.
Durante los días de fiesta se realizan las veladas a los tres Niños, en donde cada carguyoc tiene que llevar un caldo de cordero, té y cerveza, lo que es repartida a las personas que se encuentran en los alrededores de la Capilla, todo esto acompañado por los músicos y bailarines de su agrupación.
El transcurrir de los días pasan por procesiones diarias, matrimonios y bautizos previos, teniendo carguyocs para las misas principales del día Central, Segundo día y Misa de Bendición. En el día Central luego de la procesión se comienzan a anotarse todas las personas que quieran realizar un cargo el próximo año, además de donaciones para la Capilla.
El día de cacharpari las bailarinas de Huayllascha realizan una "corrida de toros sui generis, donde uno de los maqtas se disfraza de toro y las niñas empiezan a torearlo con las consiguientes caídas y cornadas, que los espectadores disfrutan.
La Fiesta transcurre de esta manera y el día 9, el niño Melchor es llevado por los varayocs y el llavero de la capilla de Marcacocha, quien en ningún momento se separó del Niño. La urna es adornada con ramas de capulí, panes, dulces y otros regalos que los ollantinos le ofrecen, es en estos momentos que empiezan a verle el semblante del Niño y así predecir como puede ser el tiempo durante el año, se le puede notar risueño, contrariado o simplemente serio. Durante el recorrido se preparan sahumerios en diferentes casas, teniendo paradas obligatorias en el Puente de Mala Voluntad, el Puente de Chacchapata, Pallata y Samanapata llegando a su Capilla construida en el lugar de su aparición, Marcacocha.