domingo, 29 de agosto de 2010

El Cholo Nieto en sus 100 años


Sicuani 1910 - Barranco 1997

Uno de los poetas que conocemos los cusqueños desde la niñez, que duda cabe, es el cholo Luis Nieto. Desde que somos infantes aprendemos a entonar el Himno al Cusco, cuyas letras pertenecen a este vate.

La primera vez que vi al cholo Nieto, fue en la plaza de armas del Cusco, una noche de abril cuando la figura majestuosa del Señor de los Temblores impartía su bendición al pueblo. El poeta conjuntamente con otros intelectuales se encontraba en medio de la plaza y escuche de labios de mi padre, “ese es el poeta Nieto”. Mas tarde pude relacionar al personaje con el autor del himno.

Años después conocí parte de su labor intelectual. Leí algunos de los pequeños libros por el editados a finales de los 50, en el llamado Festival de Libro Cusqueño y otros del Festival Sur Peruano. Los años 40 a 60 fueron los años donde el poeta Nieto animó la vida cultural cusqueña. Promovió publicaciones y grupos de jóvenes poetas; introdujo la lectura de creadores contemporáneos que revolucionaron el mundo cultural; reactivó la vida académica con la publicación de autores cusqueños y la antigua Revista Universitaria. Era el referente de la cultura cusqueña y todo intelectual que llegaba al Cusco buscaba a Nieto. Son sabrosas sus anécdotas, especialmente la de Neruda en la cima de Machu Picchu.

A la par de su labor poética, el cholo mantuvo a lo largo de su vida una posición política revolucionaria. Llegó al senado en Lima y ahí lo volví a ver con su infaltable boina, movilizándose en transporte público y, luego de su retiro, paseando por la plaza de Barranco, donde una tarde de primavera, tomé valor y me aproximé a saludarlo. Me comentó que venía trabajando en la reunión de sus trabajos literarios, dispersos en diarios y revistas, además recordó sus años en la docencia universitaria cusqueña. Comprobé que a pesar de los años, “el verbo tronante”, al que se refirió Marco Martos, seguía en vigencia.

Ahora que se cumplen los 100 años de su nacimiento, el mejor homenaje para el cholo, no será darle una u otra interpretación a su trabajo, sino leer su poesía hecha con pasión, fuerza y ternura.

Canción para los héroes del pueblo

Venid a ver a los hombres
que mataron los soldados.
Parece que aun sonríen
a la Libertad sus labios.


Venid a ver a los niños.
Un galope de caballos
rubricó sobre sus sienes
la maldición de sus cascos.

Venid a ver a los pobres
muertos de veinte balazos.
Hasta los mismos fusiles
les admiraban sonámbulos.

Y ved a los estudiantes
con sus ojos enlutados,
allí donde antes vivía
una población de pájaros.

Amaban la libertad
tal como la aman los bravos.
Para matarlos fue urgente
lo hicieran a cañonazos.

¡Venid a ver a los héroes!
¡Venid a verlos, hermanos!
Están aquí con sus pechos
de sangre condecorados.

Que formen guardia de guerra
brigadas de milicianos
y que sus tumbas vigilen
los volcanes milenarios.

Y en vez que cubran sus cuerpos
tristes banderas de llanto,
hagámosles un incendio
de himnos revolucionarios.

¡No han muerto! Contra los nuestros
nada pueden los disparos.
En el corazón del pueblo
ellos vivirán mil años.

¡Y ahora nada de lágrimas!
¡Puños y pechos blindados!
¡Y a pelear como leones
porque ellos no han muerto en vano!

(De Romancero del Pueblo en armas)




lunes, 23 de agosto de 2010

SONIA YASMINA Y UN OLVIDADO PACTO

Por Julio César Chalco Fernández


Un olvidado día mi padre y yo hicimos un pacto secreto en la imposible sala de la casa donde vivíamos en alquiler, allá en la Sicuani de inicios de los 80. Yo no tocaría el minicomponente donde el escuchaba la voz de aquella misteriosa mujer que le estremecía con su canto y él me compraría mi primera cinta de Los Enanitos Verdes.

El pacto estaba hecho y ninguno de los dos estaba dispuesto a romperlo. A papá no le interesaba ese grupillo de hippies desaliñados que cantaban como gringos, y a mí me perturbaba el alma el repique ensordecedor de aquel caldo de guitarras y voces que aullaban entre quechua y castellano. Él que era el dueño del mini escucharía todo lo que quisiese la voz de la misteriosa mujer y yo aprovecharía las tardes libres para cantar al ritmo del extraño de pelo largo de mi hipotética cinta. Al menos así debía cumplirse el pacto: el no cumplió y en venganza compré en secreto la cinta añorada.

Tiempo después papá se dejó arrastrar por su borrachera crónica y esta se lo llevó una mañana de carnaval. Semanas después de que lo enterraron me enfrenté con su bíblica colección de vinilos y cintas que fui devorando con la única intención de encontrar retazos de él que quedaron desperdigados en aquella música que no me atraía. Un día me acordé de la mujer de la voz misteriosa que hipnotizaba a papá y destripé todos los posibles cajones donde él hubiese escondido su cinta favorita. Quería encontrar en esa música a papá y cobrarle todas las promesas atrasadas y olvidadas que no había cumplido. En esa empresa escuché hasta el cansancio a Los Errantes de Chuquibanba, el Trío Imperio, Martina Portocarrero, Los Campesinos, Flor Pucarina la voz imponente del Picaflor de los Andes, Juanita del Rosal, Pastorita Huaracina y hasta a Condemayta de Acomayo pero no pude lograr mi cometido.

Un día, derrotado en mi búsqueda, pregunté a mamá sobre el destino de aquella cinta.
– La arrojé a la basura, porque ya no servía- dijo e imperturbable continuó haciendo bollos de nabo para el almuerzo de aquel día.
– Por lo menos dime el nombre de la cantante- insistí. Mamá alzó la cabeza y me miró fijamente con aquellos ojos tiernos que incluso ahora, me hacen sentir niño. Y como si fuese el momento de darme la revelación familiar de un secreto guardado desde siempre dijo – se llama Sonia Yasmina - y se aprestó a darle más aire a la pequeña cocina de kerosene. Desde aquella vez no volvimos a hablar sobre el asunto.

Compré en secreto aquella cinta con los ahorros de mi vida, allá en la antigua discoteca cercana a la plaza de armas y la empecé a escuchar como un demon lover todas las noches con la esperanza hallar alguna melodía que me trajese de vuelta a papá. No volví a reencontrarme con papá, pero desde aquella lejana vez no dejo de escuchar la voz inusual de la gran diva de la música cuzqueña. De aquella cinta aun conservaba la tapa de cartón donde se podía observar la imagen de una mujer sonriente, de largo cabello azabache y vestido de rosa. En el título se podía leer con letras rojas “Vuelve”. Escucho desde siempre a Sonia y mediante ella he logrado escuchar toda la música que, por lo menos, la región Cusco le ha dado al Perú.

La música es algo que sucede dentro de nosotros mientras hacemos otras cosas, crece dentro de nosotros hasta que emerge y se hace presente de manera inevitable en nosotros. Esto mismo me ha sucedido con Sonia. Escucharla significo la llave desencadenante que me hizo inundar de la música de papá, mamá y la abuela Pepa. Basta escuchar una sola de cualquiera de sus canciones para que el corazón se me inflame y sienta que la música es sangre y latido dentro del corazón en referencia a nuestro Luis Nieto.

Hace unos años me enteré que el INC Cusco la había declarado Patrimonio de la Cultura Viva 2007 y como que su imagen lamentable y decadente, y su alcoholismo crónico se quedaban del lado y volvía nuevamente por los fueros para alegría de los que la admiramos. Incluso en aquel año grabó algunos videos de gran calidad que están desperdigados en la marea electrónica del youtube, pero su aparente mejoría solo fue un haz de medio día. La última vez que la vi fue un una presentación que se hizo en las puertas del Colegio Nacional de Ciencias el año 2008. Su imagen imponente y lamentable a la vez, me conectó ineludiblemente con la década de los 80 y me hizo ver a papá danzando con sus pies descalzos sobre el entablado del segundo piso de nuestra casa del final de la ciudad, con el minicomponente en el hombro y la voz de Sonia Yasmina en sus orejas cantando “Ojos azules” del maestro Manuel Casazola. En aquella presentación nadie quiso reconocerla, nadie se dio por enterado. Todavía se me queda la imagen del arpista que huyó avergonzado entre la multitud que no imaginaba quien era realmente aquella mujer.

Ahora, cada vez que vuelvo a Sicuani, busco en el panteón de San Felipe la morada de papá y ambos escuchamos por el MP3 a nuestra adorada Sonia Yasmina. Seguramente al recorrer las carpetas del artilugio papá se topa también con la música de mis Enanitos Verdes, pero ya no puede fruncir el seño. El artilugio es mío y un pacto es un pacto.


Barcelona 15 de junio de 2010.

sábado, 21 de agosto de 2010

Los pobladores de ollantaytambo se trasladaron hasta el Cusco a protestar por el incumplimiento del Gobierno Regional een su ofrecimiento de mejorar la infraestructura de Colegio Ollantino.

El Correo informa de esta manera:

POBLADORES PROTESTARON CONTRA EL GOBIERNO REGIONAL DEL CUSCO
Ollantaytambo exige construcción de II.EE.
21 de Agosto del 2010

CUSCO | Cientos de pobladores del distrito de Ollantaytambo (Urubamba) se apostaron ayer en la sede del Gobierno Regional del Cusco para exigir que el ejecutivo cumpla con su compromiso de iniciar la infraestructura de la Institución Educativa Inca Ollantay.

Elizabet Castillo, tesorera del referido centro educativo, sostuvo que todavía en el mes de julio el propio presidente regional, Hugo Gonzales Sayán, se había comprometido a colocar la primera piedra para iniciar con la nueva infraestructura.

PELIGRO. Castillo informó que la construcción de adobe de Inca Ollantay tiene un promedio de 50 años, por lo que hoy las paredes se encuentran deterioradas y se han convertido en un peligro para los estudiantes de caerse en cualquier momento.

RAÚL CABRERA RAMOS

Correo 21 de agosto del 2010

Demanda Hotelera


La realización del CADE en Urubamba, ha originado una alta demanda por los hoteles de 4 y 5 estrellas ubicados en el Valle Sagrado. El Comercio informa que ya no quedan habitaciones en dichos establecimientos del Valle , pero a la vez señala que los hoteles de 3 estrellas son muy buenos y de estos tensmo dos en Ollantaytambo.


El flujo de empresarios y ejecutivos de alto nivel, esperemos se concrete en una mayor actividad económica que beneficie a todos los pobladores del Valle. Será una buen a oportunidad de mostrar las posibilidades de desarrollo que tenemos y esperamos que los asistentes conozcan algo de la realidad de nuestros pueblos.

sábado, 14 de agosto de 2010

EL CAPULI

Por Ramiro Olazábal Gibaja

Uno de los huaynos cusqueños mas conocidos es la llamado Capuli ñawi cusqueñita, en el que se compara la belleza de los ojos de la mujer cusqueña con el fruto del capulí y se le culpa por los padecimientos que pasa el enamorado.

El capulí es un árbol que crece en la zona del Cusco, principalmente en el Valle Sagrado y sus frutos que se asemejan a los cerezos, son pequeños y cuando maduran se ponen, primero rojos y luego se oscurecen tomando una coloración negruzca. Son dulces y jugosos.

En Ollantaytambo durante el siglo XX era un árbol bastante común, se podía encontrar en el perímetro de las chacras, desde T’iopunku hasta Piscacucho. Los árboles sinuosos y gruesos se encontraban en Fruta Andén, Mascabamba, Pallpancaru, Pillcohuasi, Capellanía, Huattabamba y en los canchones de las casas del poblado.

Estos frondosos árboles producían unos racimos de frutos, los cuales se encontraban en abundancia entre los meses de diciembre y abril. De marzo a abril se podía recoger el fruto en las zonas altas de Ollantaytambo, tales como Bandolista, Muñaypata, Ch’acchapata, Muris y Pallada.

Los frutos eran pequeños, los mas de ellos dulces, sin embargo uno podía toparse con algunos agrios. Los más grandes eran considerados papa capuli, por comparación al tamaño de una papa, generalmente los que producían este tamaño, eran los árboles grandes y gruesos.

Se cosechaba, subiendo al árbol premunido de canastas de carrizo o se recogía en los ponchos, generalmente la labor la realizaban los niños. En algunos casos cuando no se lograba alcanzar las ramas con las manos, se recurría a un palo con un gancho que se denominaba allacho.

Los niños recurrían a este fruto para su alimentación, se les podía ver trepados en los árboles a cualquier hora del día. Algunos de ellos recogían el fruto para comercializarlo en la estación del tren a los viajeros a Quillabamba, entre quienes había gran demanda. Para esto elaboraban una pequeña canasta con dos palitos delgados de huaranhuay, que al ser flexibles se doblaban fácilmente formando dos U cruzadas las que sostenían con fibras de retama, las rellenaban con hojas de maíz formando un recipiente donde se ponían los frutos y se cubría con las mismas hojas de maíz y se reforzaba con las fibras de retama. Este recipiente se denominaba zerón y su precio por los años 50 era de 10 centavos de sol.

Cuando el comprador quería una mayor cantidad se le ofrecía una canasta de pispita chata con los bordes ligeramente para adentro, llamada balay, y que también se cubría con hojas de maíz y se ataba con fibras de retama. De esta manera se protegía a este delicado fruto de los posibles golpes que pudiera tener en el transporte.

domingo, 1 de agosto de 2010

Dia de la Pachamama

Hoy primer dia de agosto, dia de la Pachamama, nos unimos a nuestros hermanos del ande en un jayhuarisca en honor a la naturaleza.

Sabios los antiguos pobladores del ande, que tenian un gran respeto por la Pachamama y que, lamentablemente, a pesar de llenarnos la boca de frases rimbombantes, no continuamos.

En un tiempo de cambios climáticos, productos de nuestros actos, tomemos unos momentos para reflexionar en lo que debemos hacer para cambiar de rumbo y exigir a las autoridades a que tengan una real preocupación por la tierra.