Por: Francisco Melgar Wong
El Comercio Lunes 29 de Agosto del 2011
Acaba de editarse el Premio Copé de Plata del 2009: “Pequeño estudio sobre la muerte”, del poeta cusqueño Martín Zúñiga Chávez.
Intercalando sus propios poemas con citas y fragmentos de otros autores (entre los que hallamos filósofos medievales, poetas españoles de los años 60 y narradores estadounidenses contemporáneos) Zúñiga Chávez logra plasmar, de forma clara y elocuente, lo que el título del libro nos indica: una reflexión en torno al significado del morir. O, para ser más precisos, a lo que significa vivir con ese horizonte inalterable en el que convergen, paradójicamente, la certeza y la duda acerca de lo que nos va a ocurrir después de morir.
Al leer los poemas, empezamos a intuir que para Zúñiga Chávez la muerte no es realmente esa incertidumbre que parecía a primera vista (“a veces el destino se parece / a una pequeña tempestad de arena / que cambia de dirección sin cesar / Tú cambias de rumbo intentando evitarla / y entonces la tormenta cambia / siguiéndote a ti”, dice una cita de Murakami), sino el orden que la vida en realidad no posee (“convengamos que la verdad es llana, divina y simple, y habita entre los dioses”).
Así, parece decirnos el poeta, al asumir lo desconocido que es la muerte (o “viviendo a la intemperie”, como diría Rilke), llegamos al fin a descubrirnos vivos.
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